lunes, 21 de noviembre de 2011

RITO FUNEBRE VIKINGO

FUNERAL VIKINGO








Gracias a la arqueología, las sagas y a la poesía en nórdico antiguo, y sobre todo al relato de Ahmad ibn Fadlan se sabe que los vikingos solían incinerar a sus muertos en barcos funerarios. Los rituales que tuvieron lugar en tierra han permitido a los arqueólogos estudiar las diversas tradiciones escandinavas de la época de los vikingos.
Frecuentemente eran depositados en un barco o en un barco de piedra, y se les solía dejar ofrendas según el estatus y la profesión del difunto, entre las que podía incluirse el sacrificio de esclavos. Después se creaba el túmuloamontonando sobre los restos tierra o piedras.
En Escandinavia se conservan muchos túmulos en honor de reyes y jefes vikingos, además de piedras rúnicas y otros monumentos funerarios. Algunos de los más célebres se encuentran en el cementerio de túmulos de Borre, en Noruega, y en Lindholm Høje y Jelling en Dinamarca.


MONUMENTOS FUNERARIOS
Un funeral vikingo podía suponer un gasto considerable, pero la tumba y las ofrendas no se consideraban un desperdicio. Además de rendir homenaje a los muertos, la tumba constituía un monumento a la posición social de los descendientes. Algunos clanes nórdicos especialmente poderosos podían hacer alarde de su posición mediante cementerios monumentales. El cementerio vikingo de Borre en Vestfold por ejemplo, está ligado a la dinastía Yngling, y alojaba grandes túmulos que contenían barcos de piedra.1
Jelling en Dinamarca es el memorial real más grande de la época vikinga. Fue realizado por Harald Diente Azul en recuerdo de sus padres Gorm y Tyra, y en honor a sí mismo. Se trata de uno solo de los dos grandes túmulos que contenían una cámara mortuoria, pero ambas tumbas, la iglesia y las dos piedras de Jelling testifican lo importante que era marcar la muerte ritualmente durante la era pagana y los inicios de la era cristiana.
En tres lugares de Escandinavia hay grandes cementerios que fueron usados por toda la comunidad Birka en Mälaren, Hedeby en Schleswig y Lindholm Høje en Ålborg. En las tumbas de Lindholm Høje aparece una gran variedada de formas y tamaños. Hay barcos de piedra y una mezcla de tumbas triangulares, cuadradas y circulares. Estos cementerios han sido usados durante muchas generaciones y pertenecen al pueblo.
RITUALES
La muerte siempre había sido un momento de crisis para los afligidos, de ahí que la muerte esté rodeado por tabúes. La vida familiar tiene que ser reorganizada y, para superar esa situación, las personas recurren a rituales. Las ceremonias eran ritos de transición en los que se pretendía dar paz al difunto en la nueva vida y, al tiempo, consolar a los parientes afligidos para continuar con sus vidas.
A pesar de las costumbres belicosas de los vikingos, había un elemento de miedo rodeando a la muerte y a lo que va asociado a ella. Si el muerto no era enterrado correctamente o no se le proveían de medios para la otra vida, era posible que no llegase a encontrar la paz en el más allá. La persona muerta podría visitar a sus parientes vivos como un fantasma para atormentarlos. Era una visión horrorosa y ominosa, que se interpretaba como una señal de que más miembros de la familia morirían. Cuando las comunidades eran afectadas por desgracias, sobre todo en tiempos de hambruna, empezaban a aparecer historias de fantasmas. Las sagas mencionan drásticos remedios para librarse de estos fantasmas una vez que habían aparecido. El muerto tenía que volver a morir; se podía atravesar el cadáver con una estaca, o se le cortaba la cabeza para que el difunto no encontrara el camino de vuelta al mundo de los vivos.

SACRIFICIOS HUMANOS

Los esclavos podían ser sacrificados durante el funeral para servir a su amo en la siguiente vida. En el relato de Ibn Fadlan hay una descripción de una esclava que va a ser sacrificada y que pasa por varios ritos sexuales. Cuando el jefe había sido puesto en el barco, ella iba visitando las tiendas para acostarse con los guerreros y mercaderes. Cada hombre le decía que esto lo hacía por devoción al difunto. Por último, ella entraba en una tienda que se había montado en el barco y en la que seis hombres mantenían relaciones sexuales con ella antes de ser estrangulada y apuñalada. Los ritos sexuales con la esclava muestran que ella era considerada un recipiente para la transmisión de energía vital para el jefe difunto.
En el relato Sigurðarkviða hin skamma hay varios versos en los que se cuenta que la valquiria Brunilda da instrucciones sobre el número de esclavas que iban a ser sacrificadas para el funeral del héroe Sigurd, y cómo sus cuerpos debían ser dispuestos en la pira, como aparece en la siguiente estrofa.
Því at hánum fylgja
fimm ambáttir,
átta þjónar,
eðlum góðir,
fóstrman mitt
ok faðerni,
þat er Buðli gaf
barni sínu.
69. "Cinco mujeres atadas
le seguirán,
y ocho de mis esclavas,
bien nacidas,
desde niñas conmigo,
y mías fueron
como regalo que Buthli
a su hija dio".

CREMACION
Era frecuente quemar los cadáveres y las ofrendas en una pira, en la cual la temperatura alcanzaba los 1400º C; mucho más alta que en un crematorio moderno. Lo único que quedarían serían unos fragmentos de metal y algunos huesos animales y humanos. La pira era construida de forma que la columna de humo fuera lo más grande posible para elevar al difunto a la otra vida. El simbolismo se describe en la saga Ynglinga:
Entonces él (Odín) estableció por ley que todos los varones muertos debían ser incinerados, y sus pertenencias puestas sobre la pila, y las cenizas lanzadas al mar o enterradas. Así, dijo él, todos vendrán a Valhalla con las riquezas que portara consigo en la pila; y disfrutaría cuanto él hubiera enterrado. Un montículo se levantará en memoria de los hombres trascendentes y para todos los guerreros que se han distinguido por su virilidad se erigirá un monolito; costumbre que perduró mucho después de la era de Odin.

La cerveza funeraria y la transmisión de la herencia

En el séptimo día tras la muerte de la persona se celebraba la fiesta del sjaund, o fiesta de la cerveza funeraria, así llamada porque implicaba la libación ritual. La cerveza funeraria era una forma social de demarcar el caso de la muerte. Sólo tras la ceremonia podían los herederos legalmente reclamar la herencia. Si la persona fallecida se trataba de una viuda o del dueño de una granja, el legítimo heredero podía hacerse con la propiedad y, por tanto, marcar el cambio de autoridad.
Muchas de las grandes piedras rúnicas escandinavas notifican una herencia, como la piedra rúnica de Hillersjö, que explica cómo una dama llegó a heredar no sólo a sus hijos sino también sus nietos y la piedra rúnica de Högby Ög 81, que narra cómo una joven fue la única heredera tras la muerte de todos sus tíos. Se trata de importantes documentos de propiedad de una era en las decisiones legales no se transcribían en papel. Una interpretación de la piedra rúnica Tune de Østfold sugiere que la larga inscripción rúnica tiene que ver con la cerveza funeraria en honor del hacendado y declara a tres hijas como legítimas herederas. Data del siglo V y es, por tanto, el documento legal escandinavo más antiguo que reconoce el derecho sucesorio femenino.





SIMBOLOGIA EN GENERAL Y LA VERDAD DESDE UN PUNTO DE VISTA NO CREYENTE PERO RESPETABLE Y RAZONABLE

Cuantos ritos y liturgia rodean nuestras prácticas funerarias, nuestro tratamiento del cuerpo fallecido con misas antes de cuerpo presente o el ya no tan habitual  velatorio practicado en el seno de los hogares, el rol de la iglesia en la hora mortis con la extrema unción, el velatorio y/o la mas reciente cremación. Nuestros recuerdos y homenajes en fechas claves, hoy desde visitas al cementerio y avisos en diarios, ayer una flor en una tumba o en el mejor de los casos recordatorios y homenajes en misas y/o columnas de importantes periódicos según el protagonismo e importancia del difunto. Sumerjámonos en el pasado siglo XVIII para conocer en detalle estas costumbres.
Los entierros y los funerales eran bien concurridos ya que equivalían a acceder a chocolate y comida variada tanto en la casa mortuoria como en el responso dado en la casa del difunto, incluían además las inevitables y obligadas salutaciones de duelo en la puerta del templo. A diferencia de la muerte de un adulto, cuando fallecía un niño era una fiesta ya que se consideraba que un ángel era llamado desde el cielo –ritual todavía practicado por algunas comunidades aborígenes como las mapuches-, se tiraban cohetes y se vestían a los niños primero con alhajas y prendas suntuosas y muy decoradas, para luego vestirlos para su viaje final según la tradición colonial, con comidas abundantes, cantantes, etc,  Mariquita Sánchez nos describe una práctica mas que llamativa; “…Una vez que murió un niño y un negrito, vistieron al niño de San Miguel y al negrito como Diablo. La madre, lloró, suplicó pero como era esclava tuvo que callar…” , curioso resulta en éste caso que se diferencie un párvulo de otro, ya que la pobre criatura esclava es definida sólo por su color y no por  su condición de niño –condenada en teoría a pesar del dolor manifiesto de su madre y por su disfraz a ser equiparado con el demonio- ya que eso equivaldría a otorgarle algún tipo de derecho y en ésa época, ser negro y esclavo negaba muchos derechos como el que tristemente se relata en el artículo. Los niños como los adultos se enterraban en las iglesias  y los precios de las sepulturas variaban según su cercanía del altar mayor y se les colocaban mortajas a los muertos que en general eran hábitos viejos que se compraban a los curas. Otra curiosidad de las época se la relaciona con el poder de la iglesia sobre las costumbres de las personas, el juego del pato era muy practicado en esos años y era considerado bárbaro por los clérigos, por lo que en 1796 el vicario juez eclesiástico de la villa de Luján prohibió el juego bajo pena de excomunión. Los muertos excomulgados, suplicados o condenados por lo general no eran reclamados por sus familiares y se pudrían sin ser enterrados ya que eran de sepultura maldita, sus cuerpos quedaban así colgados como dura señal de disciplinamiento político a las masas.
Con el luto no sólo las casas se vestían con cortinas negras, ni se salvaba el mate ya que era servido con un  lacito negro de crespón anudado a la bombilla.
Era común observar el ritual romano en las típicas ceremonias de enterramiento católico y entre las mortajas mas buscadas estaban las de la Orden de San Francisco –incluía hábito y cuerda-, se practicaba con asiduidad las donaciones de diferente grado para alcanzar indulgencias por los pecados cometidos, situación que se evidenciaba claramente en las cláusulas testamentarias de los difuntos, la ecuación parecería ser la siguiente; a mayor cantidad de pecados, mayor el tamaño de la donación y la posibilidad  consecuente de indulgencias, el problema radicaba para los pobres cristianos que habiendo pecado se condenaban a una vida supraterrenal dudosa, todo depende y se reduce entonces a la gloria y poder del señor Don Dinero…, ya no se construyen grandes pirámides como tumbas eternas para los faraones, pero….hay muchos vivos entorno al negocio de la muerte, no lo cree ¿?.
Me muero por saber que opina…
















Huellas de ritos funerarios prehistóricos

Los ritos funerarios tienen un significado claramente religioso, ya que son, en primer lugar, una respuesta elaborada a la constatación del hecho de la muerte -una reflexión trascendente- y una exaltación de la memoria de los muertos.

El culto a los muertos de las comunidades humanas primitivas implica la presencia de la conciencia de la muerte, probablemente la creencia en los espíritus de los muertos y en una comunidad de difuntos, y casi con toda seguridad, una concepción de la muerte como una prolongación de la vida con unas necesidades más o menos similares a ésta.

Los enterramientos rituales prehistóricos, en los que se ataviaba al difunto con su ajuar, adornos y los atributos de que había gozado en vida, debían de tener ese significado, si no nos empeñamos en creer que sus coetáneos quisieran enterrar con el difunto todo rastro o recuerdo que de alguna manera prolongara la memoria de su presencia entre los vivos; de hecho, todavía nosotros adornamos a nuestros difuntos de esa manera siempre que es posible.

Por cierto, los adornos más usuales debieron de ser los dientes de animales, las conchas y, sobre todo, los caninos de ciervos, éstos tan apreciados que hasta se hicieron imitaciones talladas en cuernos de reno, como se descubrió en un enterramiento de Arcy-sur-Cure, en Francia.

Que algún tipo de culto o trato ritualizado a los muertos fuera ya una realidad en la prehistoria espiritual de nuestros antepasados remotos es un hecho constatado por el hallazgo y estudio de los cadáveres primitivos depositados en las fosas, tendidos o muchas veces en posición fetal, y según rituales tan diversos y tan diversamente emocionales como lo puedan ser hoy en día en las dispares culturas que subyacen a la especie humana común.

Emoción y culto

En el yacimiento de Sungir, cerca de Vladimikov, en Bielorrusia, bajo una gran losa de piedra sobre la que se había colocado un cráneo de mujer apareció el cadáver de un hombre de unos cincuenta años que había sido depositado, en el momento de su enterramiento, sobre un lecho de brasas incandescentes; veinte brazaletes hechos con colmillos de mamut cubrían sus brazos y sobre su pecho se había colocado un collar de dientes de zorro y un colgante de piedra.

En Grimaldi (Liguria, Italia) existe la llamada Cueva de los Niños, donde se encontraron los restos de una mujer adulta y de un adolescente. La posición forzada de los esqueletos indica que fueron enterrados juntos, metidos en un saco de cuero: ¿una historia de sentimientos proyectada al más allá? Sí, en cualquier caso y bajo cualquier interpretación, novelesca o no.

En la necrópolis de Bögenbakken, en Dinamarca, fechada en el 5300 antes de nuestra era, se encontró una doble tumba que contenía el cadáver de una mujer muy joven y, a su lado, el de un recién nacido varón que reposaba sobre un ala de cisne.

Otro hallazgo sobrecogedor fue el del enterramiento triple descubierto en una fosa poco profunda en Dolni-Vestonice (Checoslovaquia), con los restos de tres individuos de entre 17 y 23 años. Todos estaban orientados con la cabeza hacia el sur. El del centro correspondía a una mujer con graves malformaciones y con vestigios de un feto en las proximidades de su pelvis. El de su izquierda, depositado boca abajo, tenía uno de sus brazos apoyado en la joven, como si estuviera protegiéndola. Tanto él como su compañero, colocado al otro lado de la mujer, presentaban signos de muerte violenta. En el momento del enterramiento, la estructura había sido cubierta con maderos y posteriormente incendiada y cubierta con tierra.

Los primeros cementerios

En el Neolítico, a partir del octavo milenio antes de nuestra era, se fueron imponiendo las sepulturas colectivas, situadas en zonas alejadas de las aldeas, al modo de nuestros cementerios.

En lugares tan dispares como Biblos (Fenicia, cerca del actual Beirut), el Tigris medio o la meseta de Irán, los cadáveres se enterraban en grandes tinajas de cerámica común, pero de grandes dimensiones, como las utilizadas para almacenar el grano. También hubo, sobre todo en una amplia zona de la Europa central, sepulturas individuales, rodeadas o cubiertas de losas, o señalizadas por túmulos de grandes piedras.

Y la creencia en el más allá se tradujo cada vez con mayor firmeza en el incremento de la riqueza de las ofrendas y los ajuares funerarios.

El culto a los muertos se constata progresivamente, hasta el inicio de la historia propiamente dicha, en los rituales de conservación de los cráneos, práctica de la que se tiene constancia en Jericó (Palestina) y en Hacilar (Anatolia). Se han encontrado cráneos alineados sobre piedras llanas, posiblemente expuestos a la veneración de los vivos.

Estas y muchas otras inquietudes aparentemente funerarias culminaron con la construcción de grandes moles pétreas, llamadas megalitos (como los menhires, los dólmenes o las alineaciones pétreas de Stonehenge) cuyo origen y significado todavía no son plenamente conocidos, pero que, en cualquier caso, constituyen los primeros monumentos funerarios que fueron construidos por la mano del hombre y que han llegado más o menos intactos hasta nuestros días.

Glosario fundamental de la religión prehistórica

Ashdown: Localidad británica, en Berkshire, donde se conserva un enorme complejo megalítico con más de ochocientos megalitos situados en un paralelogramo de 250 por 500 metros de lado.

Bachler, Emil: Estudioso suizo que investigó las cuevas de Drachenloch y Wildenmannlisloch, donde se hallaban enterramientos de huesos de oso. Ello demuestra que, al igual que algunas culturas de cazadores árticos, el ser humano daba sepultura ritual a los animales que le servían de sustento, probablemente para garantizar su regreso a la vida para continuar el ciclo.

Carnac: Enclave bretón donde se halla uno de los alineamientos más famosos de la cultura megalítica.

Childe, Gordon: Teórico que postuló una religión megalítica general extendida en Europa gracias a los colonizadores mediterráneos.

Chu-ku-tien: Yacimiento arqueológico en China, donde se han encontrado cráneos y mandíbulas inferiores enterrados por razones desconocidas. Es el enclave funerario más antiguo conocido y se remonta a entre trescientos y cuatrocientos mil años.

Crómlech: Monumento funerario megalítico similar al dolmen. Consistía en un círculo de piedras, a menudo con un dolmen en el centro.

Culto a los cráneos: Tipo de enterramiento frecuente en el Neolítico, al menos en Oriente Próximo. Las cabezas tenían los rasgos faciales sobremodelados con arcilla u otras sustancias, y se enterraban acompañadas de estatuillas, armas y otros objetos. El culto debe probablemente su origen a la creencia ancestral de que el alma está localizada en el cráneo.

Diosa Madre: Deidad principal y común a casi todas las culturas neolíticas. Se la representaba en figurillas de arcilla o en pinturas que adornaban los sepulcros. Ello hace pensar en la existencia de una relación entre el culto a los muertos y el culto a la fecundidad, dado el carácter cíclico de la sociedad agrícola del Neolítico.

Dolmen: En la cultura megalítica europea de las zonas preceltas, cámara funeraria sencilla compuesta por varias piedras verticales sin tallar y una piedra enorme como techo.

Gran Diosa: Divinidad femenina y protectora de los muertos, similar a la Diosa Madre neolítica, que prolifera en casi todas las culturas megalíticas en Europa.

Hacilar: Cultura neolítica de Anatolia en la que los muertos eran enterrados en subterráneos adornados con pinturas y esculturas de dioses, especialmente de la Diosa Madre.

Hal Saflieni: Gran necrópolis del período megalítico, situada en Turquía, que contiene más de 7 000 osamentas inhumadas en cámaras talladas en la roca y acompañadas de figuras femeninas recostadas, probablemente representaciones de la Gran Diosa.

Hematites: Mineral rojizo que se usaba en enterramientos, principalmente en África. (Véase Ocre rojo.)

Jericó: Probablemente la ciudad más antigua de la historia (6850-6770 a.C.), es un paradigma de las costumbres funerarias neolíticas: los sepulcros estaban situados bajo el pavimento de las viviendas, y en ellos las partes inferiores del difunto eran tratadas con yeso y se colocaban conchas en los ojos.

Los Millares: Necrópolis megalítica situada en las inmediaciones de Almería, donde hay más de cien sepulcros con restos de pinturas y cubiertos por túmulos.

Menhir: Gran piedra vertical característica de la cultura megalítica europea. El más alto conservado, de 20 metros, es el de Locmariaquer.

Meuli, Karl: Investigador que postula el origen no religioso de los enterramientos de osos en los Alpes. Según su teoría, el cazador prehistórico pretendía garantizar de forma mágica el retorno del oso, pero en ello no intervenía deidad alguna.

Musteriense: Período prehistórico (70000-50000 antes de nuestra era) a partir del cual es posible afirmar con seguridad arqueológica la existencia de verdaderas sepulturas.

Natufiense: Período mesolítico cuyo nombre procede de Wadi en Natuf, lugar donde se hicieron las primeras excavaciones que pusieron al descubierto esta población. Sus tumbas eran de dos tipos: enterramiento del cuerpo entero, encorvado, e inhumación tan sólo del cráneo.

Ocre rojo: Polvo con el que se rociaban los cadáveres que se enterraban hace cientos de miles de años. Fue una práctica común tanto en Asia como en Europa, América, Australia y África. Se cree que el rojo era símbolo de vida y que el polvo de este color garantizaba al difunto la resurrección o la encarnación en el otro mundo.

Piggot, Stuart: Estudioso que sitúa el origen de la cultura megalítica en el Egeo, desde donde se extendió a casi toda Europa.

Reichel-Dolmatoff, C: Antropólogo que buscó las claves de las costumbres funerarias de la Prehistoria observando los enterramientos y ritos funerarios de los indígenas kogis de la Sierra de Santa Marta, en Colombia.

Schmidt, Wilhelm: Teórico del fundamento religioso de los enterramientos paleolíticos de osos en los Alpes. Según su teoría, obedecen a la creencia de los cazadores prehistóricos en algún tipo de señor de los animales. Se contrapone así a la tesis de Karl Meuli.

Sepulcro de corredor: Tipo de estructura funeraria megalítica procedente del dolmen, al que se añadía un pasillo de losas como vestíbulo. Es característico de Europa occidental y Suecia.

Stonehenge: Enclave próximo a la ciudad de Salisbury donde se encontró el crómlech más célebre de la cultura megalítica. Está rodeado de varios túmulos funerarios.

Tell Halaf: Cultura neolítica que conocía el cobre y enterraba a sus difuntos acompañados de figurillas de arcilla, especialmente del toro sagrado y la Diosa Madre.

Toro salvaje: Deidad común a muchas culturas neolíticas, que la representaban en esculturas o pinturas que se han hallado en tumbas. Representa la virilidad. Su presencia puede cumplir el mismo objetivo que la Diosa Madre.

Túmulo: Monumento funerario, probablemente correspondiente a la última época de la cultura megalítica, que incluía cámaras y objetos en bronce y hierro. El más conocido es el de New Grange, cuyas piedras tienen labrados numerosos dibujos simbólicos.


Cronología del pensamiento trascendente en la prehistoria


-35000 a -8000

Extremo Oriente: Probable culto a la fecundidad, rituales de caza, enterramientos ceremoniales.
África: Muertos enterrados con ornamentos y tocados, y con collares de cuentas.
Asia Menor: Culto a animales, ritos de caza, enterramientos ceremoniales.
Mediterráneo Occidental: Culto a la fecundidad con figuras de diosas. Culto a animales y sitios totémicos.Ritos de caza y enterramientos ceremoniales.

-8000 a -5000

Asia Central: Vestigios de culto a la Diosa Madrey a los animales.Figuritas de jabalíes pinchados.
África: Quizá culto a las cabezas de los antepasados. Cultos a la Diosa Madre asociados con animales. El buitre, asociado con cultos funerarios.
Asia Menor: Cultos de caza y magia. Enterramientos con bienespersonales.
Mediterráneo Occidental: Continuación de ritos de caza. Enterramientos con bienes personales.

-5000 a -3000

Extremo Oriente: Enterramientos con bienes del difunto.
Asia Central: Cultos de fecundidad asociados con la Diosa Madre en Irán y la India.
Oriente Medio: Cultos de fecundidad asociados con la Diosa Madre y los toros
Asia Menor: Cultos a la Diosa Madre. Enterramientos comunales, quizá culto a los antepasados.
Mediterráneo Occidental: Enterramientos comunales. Culto a los antepasados.

RITOS FUNEBRES CATOLICOS




Los ritos fúnebres
La interpretaciones de cómo es la ultratumba son muy diversas
 
El día 2 de noviembre es la conmemoración de los fieles difuntos. El acontecimiento de la muerte de una persona constituye un hecho fundamental de la existencia en casi todos los pueblos de todas las razas y lenguas. Algunas religiones le dan una importancia igual o superior a la del nacimiento. En las sociedades primitivas es un culto mediante una sanción socio-cultural mucho más marcada.

El término de un ciclo vital o el paso de una dimensión de la existencia a otra llegan a ser motivo de una rica gama de prácticas, tendencias, ritos de purificación, emarginación y reintegración. La experiencia del luto permite el desahogo de una sensibilidad elevadísima por parte de varios grupos sociales en Africa. Asia, América y Polinesia.

El significado que se atribuye a una ceremonia fúnebre tiene una connotación religiosa muy sentida respecto a las concepciones cristianas. La manifestación del dolor por la muerte de una persona, el miedo de la muerte o la conciencia de que la vida continúa se enfatizan de modo extraordinario. Las costumbres y las prácticas ceremoniales varían en el mismo clan o tribu según el sexo, la edad y el estado social del difunto.


El alma de los muertos

La interpretaciones de cómo es la ultratumba son muy diversas. El alma separada del cuerpo, además de seguir un trayecto ultraterreno, también se diferencia de cultura a cultura, de pueblo a pueblo, de persona a persona y se identifica en muchas clasificaciones. Puede tratarse de un alma-sombra, un duende, un soplo vital o alguna cosa según sea la sensibilidad religiosa. Las almas pueden ser eternas o durar sólo algún tiempo, desaparecer en la nada o encarnarse en otro cuerpo. Una población de los Urales cree que el alma cambia siete veces y al final se cambia en pez. En Siberia hay una creencia de que el alma del difunto hace un camino hasta convertirse en un minúsculo insecto y desaparecer sin dejar rastro.

El luto

Las personas que llevan luto se cubren la cabeza y se aíslan durante cierto tiempo en una zona límite entre los vivos y los muertos. Si el muerto ha sido jefe o soberano, el luto cubre no sólo la esfera familiar, sino a todos sus súbditos. En Nigeria, por ejemplo, el luto se lleva hasta que el difunto no se reúne con sus semejantes o no se reencarna. En Madagascar, el ingreso definitivo en el mundo de los muertos o el final del luto se quita cuando el cuerpo se ha descompuesto. Lo importante es que el difunto se despoje de su carne.

No se contempla el luto con niños muertos antes de que formar parte del clan de pertenencia, privados, por tanto, de nombre o de la circuncisión o de cualquier otra forma de sanción social que le haya introducido entre los vivos. No tienen ningún ceremonial, porque que se cree que no tienen alma.

En España, hasta no hace muchos años, el luto tenía sus reglas. Los hombres llevaban un distintivo en la manga de la chaqueta, las mujeres vestían de negro riguroso durante 3 años. Dependía de los pueblos.

La muerte y la otra vida están presentes en todas las civilizaciones y culturas. La cristiana sabe que, tras la muerte de Cristo, la vida es siempre ascendente hasta desembocar en la eterna, la vida en unión con Dios. Se muere para el Señor.

LA MUERTE COMO SIMBOLO UNIVERSAL


La muerte como símbolo universal

La muerte es el fin absoluto de algo positivo y vivo: un ser humano, un animal, una planta una amistad, una alianza, la paz, una época. No se habla de la muerte de una tempestad y sí en cambio de la muerte de un hermoso día.

En cuanto símbolo, la muerte es el aspecto perecedero y destructor de la existencia. Indica lo que desaparece en la ineluctable evolución de las cosas. Pero también nos introduce en los mundos desconocidos de los infiernos o los paraísos; lo cual muestra su ambivalencia, análoga a la de la tierra, y la vincula a los ritos de pasaje. Es revelación e introducción. Todas las iniciaciones atraviesan una fase de muerte antes de abrir el acceso a una vida nueva. En este sentido la muerte nos libra de las fuerzas negativas y regresivas, a la vez que desmaterializa y libera las fuerzas ascensionales de la mente. Aunque es hija de la noche y hermana del sueño, posee el poder de regenerar.

Si el ser a quien alcanza no vive más que en el nivel material o bestial, cae a los infiernos; si, por el contrario, vive en el nivel espiritual, la muerte le desvela campos de luz. Los místicos, de acuerdo con los médicos y los psicólogos, han advertido que en todo ser humano, a todos sus niveles de existencia, coexisten la muerte y la vida, es decir, una tensión entre fuerzas contrarias. La muerte a un nivel es tal vez la condición de una vida superior a otro nivel.

Vaso ritual que representa a Mictlantecuhtli, Señor de la Muerte.

En la iconografía antigua la muerte se representa con una tumba, un personaje armado con una guadaña, una divinidad que tiene a un ser humano entre sus quijadas, un esqueleto, una danza macabra, una serpiente o cualquier animal. El esqueleto dibujado sobre esta lámina es suficientemente elocuente como para no tener necesidad de ser comentado.

Vaso trípode mixteco que representa a un ser descarnado, procede de Zaachila, Oax.

La muerte tiene, en efecto, varias significaciones. Liberadora de las penas y las preocupaciones, no es un fin en sí misma; abre el acceso al reino del espíritu, a la vida verdadera: mors janua vitae (la muerte puerta de la vida). En sentido esotérico, simboliza el cambio profundo que sufre el hombre por efecto de la iniciación. El profano debe morir para renacer a la vida superior que confiere la iniciación. Si no muere en su estado de imperfección, se le veda todo progreso iniciático. Asimismo, en alquimia, el sujeto que ha de constituir la materia de la piedra filosofal, encerrado en un recipiente cerrado y privado de todo contacto exterior, debe morir y purificarse. Así, la decimotercera lámina del Tarot simboliza la muerte en su sentido iniciático de renovación y de renacimiento, que recupera fuerzas al contacto con la tierra.
Entierros prehispánicos

Como los mayas, los aztecas practicaban dos clases de ritos funerarios, la cremación y el entierro. Entre los aztecas se enterraba sólo a los que morían ahogados, fulminados por un rayo, los gotosos, los hidrópicos, y las mujeres muertas en parto.

Hacían a honra de los montes unas culebras de palo o de raíces de árboles, y labranles la cabeza como culebra; hacían también unos trozos de palo gruesos como la muñeca, largos, llamabalos ecatotontli; así a estos como a las culebras los investían con aquella masa que llamaban tzoal... también estas imágenes en memoria de aquellos que se habían ahogado en el agua, o habían muerto de tal muerte que no los quemaban sino que los enterraban (Sahagún, 1985:88-89).

Los grandes personajes también eran enterrados con toda solemnidad en cámaras subterráneas, en posición sédente, ricamente vestidos y acompañados de sus armas según afirma Muñoz Camargo. Los demás, eran incinerados. Los toltecas practicaban la cremación, en tanto los mixtecas y zapotecas hacían tumbas para enterrar a sus personajes destacados.

Aspecto idílico de una tumba zapoteca con su ofrenda y urnas.

De los datos disponibles para el Centro de México, sabemos que sólo se enterraban en cuevas a los personajes importantes como Xolotl, o bien, ahí se colocaban los restos de los que habían sido sacrificados en las montañas a Tlaloc; y a Xipe y Tlalocatecuhtli en los templos. Esto significa que la mayoría de los habitantes que se suponían irían al Mictlan eran incinerados. Las cenizas eran colocadas en una vasija con una cuenta de jade, símbolo de la vida, y se enterraban dentro de casa.

De los entierros asociados a Tlaloc podemos marcar una tradición perceptible desde el Clásico en el Altiplano Central contemplando las pinturas de Tepantitla en Teotihuacan, ahí la entrada al paraíso o Tlalocan —lugar donde descansan los muertos— es una caverna, que forma la parte inferior de una deidad. Posiblemente este concepto orilló a depositar los restos de los sacrificados mexicas en cuevas, sobre todo aquellos niños inmolados en las montañas.

Aspecto de una de las pinturas de Tepantitla en Teotihuacán que muestra la entrada al paraiso o Tlalocan, lugar donde descansan los muertos.

En el área maya, Alberto Ruz (1968:151) recopiló gran cantidad de información en referencia a la práctica funeraria de los antiguos mayas en cuevas. Los datos apuntan a que los enterramientos humanos en cuevas con frecuencia estaban asociados a la cremación y a la colocación de los restos en ollas, presentándose en algunos casos verdaderos osarios. Con anterioridad Thompson y Mercer habían descrito algunas cuevas como sitios de enterramiento en el norte de Yucatán, que se suman a los actuales hallazgos en Chiapas entre los ríos Usumacinta y Grijalva, con los de Belice, y Guatemala, mostrando así una larga tradición de esa costumbre sobre todo para el Clásico, Posclásico, y aún con presencia para la Colonia.

Diferentes tipos de enterramiento entre los mayas.

1. Sencillos, simples hoyos abiertos en la tierra o en el relleno de una construcción, sin ninguna obra intencional que los delimite.

Enterramiento de un personaje común perteneciente a la cultura maya.

2. En cuevas o chultunes, utilización de oquedades naturales o de cisternas excavadas en el suelo.

3. En cistas, sepulturas en el suelo o edificios, con muros toscos de mampostería o piedras secas, generalmente sin tapa y de menor tamaño que la longitud de un cuerpo extendido.

4. En fosas, especie de ataúdes cuidadosamente hechos de losas o mampostería, cubierto con una tapa, por lo general con piso de estuco, en que cabe un cuerpo extendido, y que fueron cavados en el suelo o dentro de edificios.

5. En cámaras, cuartos de tamaño variable, suficientemente altos para que pueda estar un hombre derecho, muros de mampostería y techos generalmente de bóveda, construidos en montículos o dentro o debajo de edificios.

6. Sarcófagos, ataúdes tallados en piedra o hechos de losas que se encuentran en cámaras funerarias.

Lápida de la tumba de Palenque, cultura maya, Chiapas.

Otra tradición funeraria de Mesoamérica está en el Golfo. Entre los totonacas la cueva era la entrada a la residencia de los muertos. Pero no era necesario que fueran enterrados en una cueva, disponían del yugo, que como instrumento ritual se utilizó para los personajes más importantes como un modelo o símbolo ctónico que unía al hombre con la Tierra. El yugo esta adjunto a manera de ofrenda en algunos entierros, estos objetos de piedra en forma de herradura, en ocasiones cerrados, presentan excepcionalmente ornamentación en altorrelieve, con representaciones de batracios de grandes fauces abiertas. En otros casos aparece el Monstruo de la Tierra, provisto de garras a la manera de Tlaltecuhtli o con entrelaces que reproducen a la Serpiente de la Tierra (Marquina, 1981:475-477) elementos que como hemos visto durante este capítulo se articulan con las espeluncas.

También para los mixtecos las cavernas son la entrada al lugar de los muertos, la Cueva de Ejutla en la Cañada Mixteca de Oaxaca es un ejemplo, ahí se localizaron más de 50 entierros al interior de cámaras mortuorias con estructuras rectangulares y celdas circulares asociadas a ofrendas con restos de huesos animales como perros (Moser, 1975); al parecer se quería interpretar al perrito que acompaña al muerto durante su viaje al inframundo durante el segundo piso, en el tránsito del río descrito en el Códice Vaticano A (cfr. pág. 108). Según Heyden (1976:22) los entierros en cavernas entre los mixtecas correspondían a las momias de sus reyes y señores, puestas con muchas ofrendas que incluían hasta códices.

Vaso ritual mixteca que representa a la columna vertebral con su pelvis.

Pasemos ahora a Aridoamérica, el norte de México es posiblemente la región en donde el uso funerario de formaciones subterráneas naturales es mas frecuente. Los cuerpos por lo general están envueltos en tilmas, momificados por las condiciones de escasa humedad y temperatura. Los entierros descritos para Aridoamérica corresponden a formas de producción diferentes a la tributaria, y difícilmente pueden ser considerados como mesoamericanos, aunque compartan la misma periodificación con Mesoamérica.

Tumba de Coixtlahuaca, presenta fardo funerario y ofrenda cerámica, cultura mixteca.

Como se ha apuntado para los mexicas y los mayas, se acostumbraba el entierro al interior de las casas. Algunos etnohistoriadores y arqueólogos suponen el uso de ollas bajo los pisos de las casas o en las partes posteriores para depositar las cenizas, o bien, las osamentas de sus antepasados. Con esta conducta se quería verificar la idea del regresar a la Tierra como el regresus ad uterum. En esta secuencia recordemos el caso del Opeño en Michoacán, sitio olmeca del 100 al 50 a. C. donde según Noguera (1971: 84-85, cit. a Piña Chan) se encuentran entierros excavados y tallados en tepetate a una profundidad cercana a los 1.50 m, partiendo de la superficie del terreno. Más adelante nos describe que este tipo de tumbas es común para los actuales estados de Nayarit, Colima y Jalisco proponiendo una clasificación de estas tumbas bajo los siguientes conceptos: sepulcro en forma de botella; tumbas en forma de fosa simple; y tumbas de tiro y bóveda.

Si hablamos de tumbas excavadas, que mejor ejemplo en Mesoamérica que Monte Albán, en donde tal vez la escasez de espeluncas próximas los obligó a realizar estas obras arquitectónicas. Las tumbas excavadas suman un total de 153 sobre las laderas de la montaña, o en los patios de las construcciones. Las tumbas son de planta rectangular con muros verticales y techos de losas planas. En períodos posteriores se anexaron vestíbulos, nichos, banquetas, escalones, y techos con losas inclinadas (Marquina, 1981:335-341). Monte Albán muestra una intensa necrolatría, desde las sencillas tumbas del período I hasta la época IV, pasando por el significativo período II, donde parece ser que el culto al Dios Murciélago fue definitivo, pero por las urnas funerarias conocemos más de 18 dioses.
Vida de ultratumba, ceremonialismo y divinidades en Monte Albán

Las tumbas de la época I no llegan a las grandes estructuras futuras. Son simples fosas rectangulares con muros de piedra y techos de grandes lajas planas. Los muertos aparecen casi siempre acostados boca arriba, y las ofrendas son frecuentemente muy numerosas. Sin embargo, en esta sencillez de los edificios mortuorios es evidente que ya se inicia esa intensa necrolatría, esa orientación hacia el otro mundo de toda la cultura que se ha de ver mucho más desarrollada en las épocas futuras.

La existencia, desde entonces, de templos y posiblemente de un alineamiento de ellos y de la organización de lo que será en la época 11 la gran plaza de Monte Albán, las tumbas excavadas, los danzantes y todo el complejo que representan, la escritura y el calendario, todo es ya parte del rasgo más característico de Mesoamérica: su intenso ceremonialismo. Es evidente que aunque se trate, como indudablemente así es, de la primera cultura representada en Monte Albán, de ninguna manera estamos frente a un mundo primitivo; y si bien todavía no es un mundo plenamente urbano y civilizado, ya está muy cerca de serlo. Es una situación, desde el punto de vista de la evolución cultural, muy similar a la que encontramos entre los olmecas de Veracruz.

Pectoral de oro con inscripciones de fechas calendáricas, muestra un personaje descarnado con tocado. Pieza proveniente de la Tumba 7 de Monte Albán.

Notable es la cerámica gris, tanto la de uso diario como la ceremonial, muy pulida y muy fina, frecuentemente decorada con incisión o con grabado. Representa formas sencillas de vasija o bien figuras humanas o animales, gatos, conejos y muchos otros. Es una cerámica muy libre, muy personal, que todavía está bastante lejos del rigorismo futuro y una de las más bellas jamás' producidas en Mesoamérica. Las piezas son todas distintas, no simplemente porque estén hechas a mano, que es lo común entonces, sino porque hay una verdadera individualidad, un espíritu creador que preside la elaboración de cada pieza, por sencilla que sea. Junto al gris tenemos la cerámica crema, frecuentemente pintada de blanco o con un pulimento rojo muy brillante. Aparecen ya efigies de dioses —los primeros dioses de Mesoamérica—, pero todavía no podemos hablar de urnas en el sentido futuro. Los pocos dioses representados entonces, probablemente diez, son todos masculinos. Las únicas figuras femeninas de esta época son más bien las figurillas habituales a Mesoamérica; aunque en un estilo un poco distinto, todas presentan esa característica de anonimidad, ya que no parecen todavía representar un dios concreto
como sucederá después.

RITOS FUNERARIOS AZTECAS







Para la cultura azteca, la vida de ultratumba se desarrollaba en dos territorios denominados Mictlan y Tlalocan. En el primer territorio se hallaba la paz eterna, pero antes de alcanzarla se debían pasar por varios desafíos. En el segundo territorio se encontraba el Paraíso. El viaje que había que realizar hacia el Mictlan era largo, por ese motivo los muertos debían llevar una jarra de agua. En cambio, quienes iban al Tlalocan debían ser enterrados con una rama, para que allí se convirtiera en un nuevo árbol.
Música Mortuoria
Cuando se desarrollaban las ceremonias mortuorias se entonaban cantos al compás de la música de flautas y bombos. Las ceremonias eran dirigidas por lo general por los ancianos del lugar, ya que ellos eran considerados los más sabios de toda la comunidad.
La señora de la muerte
Mictecacihuatl era “la Señora de las Aguas” según la lengua náhuatl, ella era la reina de Mictlan y era la encargada de custodiar los huesos de todos los muertos. Según la tradición local había muerto al nacer por este motivo también era considerada la Señora de la Muerte. A ella se la ve representada ayudando a su esposo el dios Mictlantecuhtli. Aunque en más de una oportunidad estaba en conflicto con él.
Ajuar fúnebre
Se usaba una mascara mortuoria que era revestida por turquesas. En ella se diferenciaban bien los dientes y el color blanco en los ojos, que estaban realizados en conchillas y sus pupilas en obsidiana.
El Señor de la Muerte
Este era el dios azteca de los infiernos y los muertos. Como lo dijimos anteriormente regia junto con su esposa. Era representado a través de un esqueleto humano, de calavera resaltada por los dientes descubiertos y las marcadas orbitas oculares. En muchas ocasiones se lo vio asociado con murciélagos, arañas y búhos, que eran seres que habitaban en la tierra y oscuridad.
Estatua de Tláloc
Esta estatua era un fragmento de una imagen del dios de la lluvia, que reinaba en Tlalocan. Lugar del paraíso donde crecían el maíz y las frutasen abundancia. En este sitio los muertos descansaban en paz y felicidad.
Consagración de la muerte
Existía una estrecha relación entre la vida de ultratumba y la terrenal. Esta relación ha quedado marcada en la cultura mexicana quien se ha manifestado en la proliferación de figuras esqueléticas de culto. Existe una artista muy importante en México que dedico gran parte de su obra a ellas, su nombre es Guadalupe Posada.